«¿Qué debemos hacer?»

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“¿Qué debemos hacer?”

Evangelio según Lucas 3, 10-18.

Lectura, ¿Qué dice el texto?

Es importante que recordemos que la Iglesia está en un tiempo de espera, de preparación. Por este motivo, el Adviento, o advenimiento de Jesús, nos recuerda no sólo el momento del Nacimiento, sino también su segunda venida. Nos estamos preparando por un camino espiritual para el momento del encuentro con el Señor. El Evangelista San Lucas, nos presenta ahora parte de las enseñanzas de Juan el Bautista. La gente está rodeando a este precursor de Jesús. Sus enseñanzas eran muy radicales para prepararse a recibir al Mesías. Y por eso cuando la personas le preguntan a Juan el Bautista qué deben hacer, él responde en dos partes: La primera poniendo en orden las prioridades de este mundo. Hablando a las personas en diferentes aspectos. Con respecto a las cosas materiales, están para ser compartidas con todos. No hay que acaparar si se tienen dos vestimentas, una deben dársela al que no tenga nada. Lo mismo con la comida. En este gesto, pone como centro a la persona humana y no a las cosas. También fueron los recaudadores de impuestos a los que les recuerda la honestidad; y a los soldados les dice que aún cuando tengan la fuerza y la autoridad no se debe maltratar a nadie ni denunciar a nadie injustamente, y contentarse con lo que se recibe. Esta enseñanza de Juan es muy audaz, pues está en riesgo su propia vida por decir la verdad. Pero el anuncio del Reino vale la pena. En segundo lugar le contesta a la multitud que estaba viéndolo a él como una persona importante, y se cuestionaba quién era, Juan, les aclara que si bien está bautizando con agua, viene alguien después, que tendrá más autoridad y que los bautizará con el Espíritu Santo y fuego. Juan es quien está abriendo el camino para que llegue el Mesías, el salvador, de quien dice que no es digno ni siquiera de desatarle la correa de sus sandalias (cosa reservada para la servidumbre). También aclara que el Mesías está muy cerca y su servicio será poner el trigo en el granero y la paja en un fuego que nunca se apagará. Esto es el anuncio de la Buena Noticia, que obviamente trae un cambio de vida, concentrarse en lo esencial, para que cuando el Mesías llegue, pueda encontrar el orden deseado por Dios.
1. ¿Cómo comienza el texto?
2. ¿Quiénes le preguntan a Juan el Bautista?
3. ¿Qué es lo que contesta Juan?
4. ¿Qué otros grupos de personas le preguntan a Juan? ¿Cómo les responde Juan?
5. ¿Qué pensaba la gente de Juan el Bautista?
6. ¿Qué les aclara él?
7. ¿Qué hará el mesías?
8. ¿En qué consiste la Buena Noticia?

Meditación, ¿Qué nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
Amigo, debemos preguntarnos sinceramente cómo este texto está dirigido directamente a nosotros. Hoy vivimos un mundo donde hay muchas confusiones y muchos hablan de la Palabra de Dios. Algunos dicen cosas muy distintas de lo que está escrito en el Evangelio. Nosotros queremos conocer a Jesús y lo que Él nos dice a nosotros.
1. Lucas sitúa este texto donde Juan el Bautista está hablando. ¿Yo también quisiera preguntar qué debo hacer?
2. ¿Qué significaría hoy, en mi vida si tengo algo material compartirlo? ¿qué es lo que tengo para compartir?
3. ¿Cómo puedo yo hoy ser una persona que se caracterice por compartir?
4. ¿Cómo puedo yo hoy vivir los valores que dice Juan a los demás, como por ejemplo ser honesto, no exigir más, no maltratar a nadie y contentarme con lo que tengo? ¿En qué medida esto me toca a mí? ¿Cómo puedo hacer para reparar las cosas que estoy haciendo mal?
5. ¿Estoy en actitud de espera del Mesías? ¿Deseo fervientemente encontrarme con Jesús? ¿Entiendo que en este encuentro Jesús será exigente conmigo
6. ¿Qué hago concretamente yo para anunciar la Buena Noticia? ¿Cómo colaboro con la Iglesia para esto? ¿Apoyo a los misioneros?
7. ¿Me doy cuenta que este texto me habla directamente a mí?
8. Este texto tan importante ¿qué te lleva a pensar? ¿Cuál sería tu conclusión personal?

Oración, ¿Qué le decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.
Proponernos un diálogo con Jesús que sea personal:
Señor Gracias por la enseñanza de Juan el Bautista, el precursor. Entiendo que él me está hablando también a mí. Abre Señor mi corazón, para que sepa compartir. Muchas veces en la dureza de mis actitudes estoy acaparando mucho, y no sé compartir. Te pido que me ayudes a ser generoso, a compartir mi vida, mi tiempo y las cosas que me permites administrar. Deseo ser tu discípulo, y entiendo que para seguirte, debo tener una actitud con las cosas en forma diferente. Quiero ser amable con todos, representar tu amor y misericordia. Señor, aumenta mi actitud de espera. Aumenta mi deseo de ser un discípulo tuyo de verdad. Señor tú vienes a mi búsqueda, que me deje encontrar por Ti. Que me disponga internamente para prepararme en estos días de adviento, para recibirte. Sé que eres un juez justo, y que vienes a separar el trigo de la paja. Señor que en mi vida pueda ir ganando para ti, más trigo, es decir mejores acciones desde mi fe que está puesta en Ti. Que nunca me canse de anunciar la Buena Noticia y que siempre esté dispuesto para hacerte conocer a quien aún no te conoce. Toma mi vida, soy un discípulo que está queriendo recorrer un nuevo camino hacia el anuncio de tu Reino.
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría.
Añadimos nuestras intenciones de oración.

Contemplación, ¿Cómo interiorizamos la Palabra de Dios?

“Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
Podemos recordar la frase, dirigiéndola a Jesús:
¿Qué debemos hacer?
Esta frase que pregunta la gente, es la que yo iré haciéndole muchas veces a Jesús, ¿qué debo hacer? ¿Qué más me falta? Mientras vamos pidiéndole al Señor repetidamente con esta frase, cómo podemos ser sus seguidores, dando todo, desde nuestra propia vida.

Acción, ¿A que me comprometo con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
Individualmente, te propongo una relectura del texto, volver a pensar cómo este texto está dirigido hacia mí y ver en qué aspectos de mi vida hace falta una nueva dimensión para poder ajustarme a la propuesta del Evangelio. Y realizar al menos alguna actividad, donde pueda compartir.
Si estás en grupo, pueden realizar en la comunidad una forma de compartir alimentos o artículos necesarios para personas que lo necesiten. Y buscar a algún grupo humano (ancianos, enfermos, familias necesitadas) para compartirles lo que juntamos.