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"Tanto nos ha amado"

Evangelio de Lucas 2,22-35

Lectura: ¿Qué dice el texto?

Tras su nacimiento, Jesús fue llevado por sus padres hasta el templo a fin de que cumpliera el rito judaico.
La Carta a los Hebreos proclama la Palabra: “Aquí estoy yo, oh Dios, para hacer tu voluntad” (Hb 10,9). La Presentación de Jesús en el Templo revela que Él no ha venido para hacer cosas, pero para ser Dios en nuestro medio, o mejor dicho, “¡Dios [está] con nosotros!”
El gran teólogo Edward Schillebeeckx, fallecido en 23 de diciembre de 2009, puntúa que “Dios se ha revelado en Jesús, según la concepción cristiana, valiéndose del no-divino de su ser hombre… Jesús ha compartido con nosotros en la cruz de la fragilidad de nuestro mundo. Pero este hecho significa que en su total libertad y antes de todo tiempo, Dios determina quién y cómo quiere ser en su ser más profundo , o sea, un Dios de los hombres, compañero de alianza en nuestro sufrimiento y en nuestra complejidad, y compañero de alianza también en lo que realizamos de bueno. Él es, en su propio ser, un Dios por nosotros”.

Meditación: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

El teólogo Schillebeeckx, ya mencionado antes, afirma todavía que “María es el brazo que une la humanidad santa y salvadora de Cristo a nuestra humanidad” .
Ella ha presentado Jesús en el Templo y en aquel lugar se ha revelado el Salvador, en la voz de Simeón: “ya he visto con mis propios ojos tu salvación, que has preparado en la presencia de todos los pueblos: una luz para enseñar tu camino a todos los que no son judíos y para rendir gloria a tu pueblo de Israel”. Los bispos, en la Conferencia de Aparecida, afirmaron: “Jesús es el Hijo de Dios, la Palabra hecha carne (cf. Evangelio según San Juan 1, 14), verdadero Dios y verdadero hombre, prueba del amor de Dios hacia los hombres” (DAp 102).

Oración: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Rezo, espontáneamente, con los Salmos u otras oraciones y concluyo con la Oración de San Patricio:
Cristo está conmigo, Cristo delante de mí, Cristo detrás de mí, Cristo en mí, Cristo a mi derecha, Cristo a mi izquierda, Cristo cuando me acuesto, Cristo cuando me siento, Cristo cuando me levanto, Cristo en el corazón de todos los que piensan en mí, Cristo en la boca de todos los que hablan en mí, Cristo en todos los ojos que me miran, Cristo en todos los oídos que me escuchan.

Contemplación: ¿Cómo interiorizamos la Palabra de Dios?

Mi nueva mirada es de reconocimiento de la salvación que también nosotros “vimos con nuestros propios ojos”. Él, Jesucristo, es la luz que ilumina nuestro camino.

Acción: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Que yo esté completamente consagrado al Padre por el Espíritu para que, como Jesús, mi vida sea totalmente dedicada al servicio de su Reino.