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«¿No sabían que yo debo estar en los asuntos de mi Padre?»

Texto Bíblico: Lucas 2, 41-52

Lectura: ¿Qué dice el texto?

Este es el Domingo de la Sagrada Familia de Jesús, María y José. Con la Navidad, dejamos atrás el tiempo litúrgico de Adviento, y comenzamos a transitar la “octava de navidad”; ocho días para celebrar la alegría del nacimiento del Hijo de Dios.
La lectura de este día, del Evangelio de San Lucas nos presenta la escena de Jesús entre los doctores de la Ley, o conocida como “el niño perdido y hallado en el templo”. Los evangelios mucho nos aportan sobre la vida pública de Jesús, sobre sus palabras, gestos, y enseñanzas, pero no así sobre su infancia o adolescencia. El evangelio que acabamos de leer tiene la singularidad de ser uno de estos pocos pasajes que hacen referencia a Jesús siendo niño, sin ser reconocido aún como el Mesías.
El autor nos dice que sus padres iban todos los años en peregrinación a Jerusalén para la Pascua. La familia de Jesús era piadosa, observaban la Ley como buenos judíos. Ya que la Torá prescribía que todo israelita debía presentarse en el templo para tres grandes fiestas: una de ellas la Pascua. Se ponía en discusión sobre si las mujeres estaban obligadas a realizar la peregrinación. Para los niños, la obligación entraba en vigor a partir de los trece años cumplidos. Esto significa que Jesús, y sus Padres van a Jerusalén no por un mandato u obligación moral, sino que eligen ir, se hacen peregrinos.
En el viaje de regreso sucede algo inesperado. Jesús no se va con ellos, sino que se queda en Jerusalén. Sus padres se dan cuenta solo al final del primer día del retorno de la peregrinación. Para ellos era claramente posible suponer que su hijo estuviera en alguna parte de la gran comitiva, entre los de su edad o amigos.
Por la noche lo esperaban sus padres, pero Jesús no aparece. Aquí comienzan momentos de gran ansiedad, y de preocupación para José y María. Dice el evangelista que al término de tres días lo encontraron en el Templo. Estos tres días pueden significar; la jornada en que marcharon hacia el norte, la otra en que necesitaron para volver y, por fin, el tercer día en que encontraron a Jesús. Aunque también los tres días tienen un gran simbología; los tres días que transcurrirán entre su muerte y resurrección.
Estas fueron jornadas de sufrimiento por la ausencia de Jesús, días sombríos cuya gravedad se percibe en las palabras de la madre “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados”. Los sentimientos de los padres de Jesús quedan al descubierto, pensemos también en el cansancio que llevan sus cuerpos luego de caminar, y de buscarlo durante tres días.
La respuesta de Jesús a la pregunta de su madre es impresionante: “¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo estar en los asuntos de mi Padre?”. Jesús expresa claramente su filiación divina, es el Hijo de Dios, y habla del “deber” al que se atiene: estar en los asuntos de su Padre.
San Lucas describe la reacción de María y José a las palabras de Jesús con dos afirmaciones: “Ellos no entendieron lo que les dijo”, y “su madre guardaba todas estas cosas en su corazón”. La palabra de Jesús es demasiado grande por el momento. La fe de María es una fe “en camino”, aunque no comprende las palabras de su hijo, las conserva en su corazón, ese lugar que las hace madurar poco a poco.
“Jesús crecía en el saber, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres”. Luego del momento en que había hecho resplandecer la obediencia más grande en la cual vivía, Jesús vuelve a la situación normal de su familia: a la humildad de la vida sencilla, y a la obediencia a sus padres.
Reconstruimos el texto:

¿A dónde iban los padres de Jesús cada año? ¿Por qué?

¿Qué edad tiene Jesús en este relato?

¿Qué ocurre con Jesús, cuando regresan hacia Jerusalén?

¿Qué hacen sus padres al notar la ausencia de Jesús?

¿Cuánto tiempo tardan en encontrarlo? ¿Dónde estaba?

¿Qué hacía Jesús en el Templo? ¿Cómo reaccionaban quienes lo escuchaban?

¿Qué le dice Jesús a sus padres? ¿Cómo reaccionan ellos ante estas palabras?

¿Dónde guarda María todas estas situaciones?

¿De que forma iba creciendo Jesús?

Meditación: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

¿Alguna vez sentí que Dios se me “extraviaba” en mi experiencia de vida cristiana?

¿Qué cosas hacen que Dios parezca estar “extraviado”?

¿Cómo y cuándo busco a Dios?

¿Pienso con sinceridad qué es lo que me motiva a buscarlo?

¿Actuó como María, que sale a la búsqueda de su Hijo solo por amor?

¿Dónde encuentro al Señor: en otras personas, en la oración, en los débiles?

¿Busco en estos lugares al Señor, o paso indiferente?

¿Entiendo en realidad que Jesús siempre esta cerca, aunque parezca perdido?

¿Comprendo que el “extraviado” muchas veces soy yo, por mis actitudes u obras”?

¿Qué significa guardar las cosas en el corazón?

¿Intento llevar esta actitud de María, a mi vida cotidiana?

¿Qué debería guardar allí? ¿Qué llevo en mi corazón hoy?

¿Si analizo mi vida de fe, he crecido a los ojos de Dios, en sabiduría, en grandeza, y en la gracia?

¿Y si estoy estancado o pasando una situación difícil, le pido al Señor que me de la fuerza para salir adelante?

Oración: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.
Señor Jesús: Que viviste en familia con María y José. Hoy quiero pedirte por mi familia, para que te hagas presente en ella y seas su Señor y Salvador. Bendice a mis seres queridos con tu poder infinito. Protégelos de todo mal y de todo peligro. No permitas que nada ni nadie les haga daño y dales salud en el cuerpo y en el alma. Te necesitamos, Jesús, entre nosotros. Llena nuestro hogar de tu paz, de tu alegría, de tu cariño. Derrama tu amor para que sepamos dialogar, entendernos, ayudarnos, para que aprendamos a acompañarnos y a sostenernos en el duro camino de la vida. Danos pan y trabajo. Enséñanos a cuidar lo que tenemos y a compartirlo con los demás. También quiero darte gracias, Jesús, por mis seres queridos, por los momentos lindos que pasamos, y por las cosas buenas que tenemos. María, madre buena, tu presencia también nos hace falta. No nos dejes faltar tu ternura y tu protección. Jesús, José y María, preciosa comunidad de Nazaret, ayúdennos a vivir en familia. Amen.
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración.

Contemplación: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
Repetimos varias veces esta frase del Evangelio para que vaya entrando a nuestro corazón:

«Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón»

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de su vida y su resurrección para que otros crean.

Acción: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
De manera individual, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Hoy el Señor me invita a buscarlo siempre y en todo lugar. Me comprometeré a ser servidor, y testimonio de amor en medio de mi familia. Obras concretas, lavar los platos, servir la comida, o hacer las tareas que nadie que llevar adelante.
En el grupo, nos comprometemos a ser una Iglesia iluminada por la imagen de la Sagrada Familia. Llevaremos adelante una Hora Santa o jornada de oración por las familias, presentando las intenciones de las familias de la comunidad, y orando por tantas situaciones familiares difíciles y dolorosas que nos rodean.

Créditos: http://www.cristonautas.com